Las lágrimas de una anciana caen al mar y lo perturban. Un momento después, al otro lado del mundo, una ola ligera llega a la orilla de la playa y está a punto de mojar los pies de una niña de dos años. La pequeña corre, pretende alejarse de la ola, pero no puede. Cuando se siente derrotada se detiene, se vuelve al mar, ve el sol naranja que se pierde en el firmamento y sonríe. Justo en ese momento, se orina. La marea vuelve, la mujer se agacha para remojar el rostro adolorido. Siente el agua fresca, diferente, y se enjuaga una sonrisa joven, renovada.
1 comentario:
Ojalá dejes algún comentario.
Saludos,
Espartaco
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